La corriente socialista estuvo
inicialmente representada por el periódico El Obrero (1890-1902).
Simultáneamente, existían centros de inmigrantes socialistas. El más
importante llegó a ser el Club Vorwärts [“Adelante”] de
exiliados alemanes, que fue uno de los introductores del pensamiento marxista
en la Argentina.
En abril de 1894 el doctor Juan Bautista
Justo fundó el periódico socialista La Vanguardia. En su primer
editorial de escribía: “hay que
construir una alternativa política al pillaje y la plutocracia. Los Pereyra,
los Unzué, los Udaondo, tan ricos que no tendrían por qué robar, son hoy los
preferidos para los altos puestos públicos por los otros ricos, cuya única
aspiración política es que sus vacas y ovejas se multipliquen sin tropiezos.”
Dos años después Justo fundaba el
Partido Socialista, que así se presentaba en sociedad: “Hasta ahora la clase rica o burguesía ha tenido en sus manos el
gobierno del país. Roquistas, mitristas y alemistas son todos lo mismo. Si se
pelean entre ellos es por apetitos de mando, por motivo de odio o de simpatía
personal, por ambiciones mezquinas e inconfesables, no por un programa ni por
una idea [...]. Todos los partidos de la clase rica son uno solo cuando se
trata de aumentar los beneficios del capital a costa del pueblo trabajador,
aunque sea estúpidamente y comprometiendo el desarrollo general del país. El
Partido Socialista es ante todo el partido de los trabajadores, de los
proletarios, de los que no tienen más que la fuerza de su trabajo.”
Justo decía en una conferencia por
aquellos años: “Necesitamos y debemos
saber más que Marx en materia histórica y social. Marx nunca fue marxista.
Era demasiado genial para suponerse fundador de una nueva doctrina que habría
de llamarse marxismo, como se llama cristianismo al sistema de instituciones
eclesiásticas que provienen o dicen provenir de Cristo.”
El socialismo argentino adhería a la
corriente iniciada por Eduardo Bernstein, conocida como “revisionista” ya que
se proponía revisar las ideas de Marx y Engels a la luz a los acontecimientos
posteriores a la publicación de los libros básicos de los padres del socialismo
científico. Estas ideas de Justo se asemejaban a las de una de las figuras
más notables de la izquierda de la época, Jean Jaurès –con quien tomó
contacto en Copenhague en 1910, durante un congreso socialista y lo invitó a
viajar a Buenos Aires–. Jaurès se oponía a la acción violenta y proponía la
organización metódica y legal de sus propias fuerzas bajo la ley de la
democracia parlamentaria y el sufragio universal. Decía textualmente: “No es por el hundimiento de la burguesía
capitalista sino por el crecimiento del proletariado por lo que el orden
socialista se implementará gradualmente en nuestra sociedad.”

Si bien el Partido se definía como
obrero, la mayoría de sus cuadros provenían de los sectores medios urbanos.
Eran médicos, abogados, trabajadores especializados. Confiaban en la acción
parlamentaria y privilegiaban la actuación política sobre la sindical. A lo
largo de su historia cumplirán un papel fundamental en la lucha por la
dignidad de los trabajadores a través de innovadoras propuestas de
legislación obrera.
Los socialistas argentinos eran moderados. Influidos más por el liberalismo
que por el marxismo, apuntaban más a la distribución de los ingresos que de
la riqueza; propiciaban la creación de cooperativas de consumo y de
construcción de viviendas. En su afán de luchar por la reducción de los
precios de los artículos de primera necesidad llegaban a defender la libre
entrada de productos importados. Apoyaban la separación de la Iglesia y el
Estado y el reemplazo de un ejército permanente por una milicia civil.
Fueron pioneros en la defensa del voto
femenino. Luchaban contra la trata de blancas, a favor de la legalización del
divorcio, el aumento del presupuesto educativo y la jornada de ocho horas.
|
Sin embargo, la acción proselitista
tuvo en un principio poca recepción entre la masa inmigratoria,
imposibilitada de participar en política por su condición de extranjera.
Estos sectores serán captados por la corriente anarquista, que se expresaba a
partir de 1897 a través del periódico La Protesta Humana. Se
oponían a toda forma de gobierno y de organización partidaria. Un artículo
de La Protesta definía así al anarquismo:
“El socialismo moderno divídese
principalmente en dos fracciones que difieren en la táctica y en los medios
para la realización del ideal. Conócese una fracción con el nombre de
socialismo autoritario o legalitario, y la otra llámase socialismo libertario
o anarquista”.
El socialismo libertario, iniciado
por Proudhon y desarrollado por Bakunin, pretende la realización del ideal
socialista por medios directos, francamente revolucionarios, sin admitir la
lucha política, que cree inmoral y enervante, y sin recurrir a la
intermediación de un estado obrero que considera perjudicial y peligroso.
Que
una vez iniciada la revolución los campesinos hagan uso libremente de la
tierra, que los mineros se incauten de las minas, que los trabajadores de la
ciudad se incauten de las fábricas, talleres, etc., que el pueblo, en fin,
efectúe directamente la expropiación y socialización de la producción, del
consumo, del cambio, de la instrucción.
Los socialistas libertarios,
considerando que el Estado es poder, que el poder es tiranía, y que la
tiranía es la negación de la libertad humana, dejan a la libre iniciativa de
los individuos y las colectividades lo que los legalistas pretenden
encomendar al Estado.”
Los anarquistas se enfrentaban con los
socialistas porque opinaban que las reformas graduales y la acción
parlamentaria eran una traición a la clase obrera. El anarquismo planteaba
que no era necesario crear un partido político de la clase obrera para tomar
el poder e instaurar otra sociedad de “productores libres asociados”.
Veían en la política una farsa
burguesa, como lo refleja este artículo de La Protesta Humana: “El votante es un hombre que viene, el día
que se le obliga y no otro día, cuando la autoridad manda y dice: Ha llegado el momento de sancionar una vez más un
sistema establecido por otros y para otros que no son tú; de escoger a los
que formarán parte de ese sistema con o sin intención de modificarle; de
elegir a los que, para contribuir al funcionamiento de la máquina hostil
serán pagados en dinero, en influencia, en privilegios y en honores; de
rechazar de nuevo la idea de rebeldía contra la organización capitalista y de
someterse una vez más a la obediencia a la autoridad. Ha llegado, pues, el
momento de votar; es decir, de hacer un acto cuyo significado es: yo
reconozco las leyes.”
Dentro del anarquismo se fueron
definiendo dos tendencias, diferenciadas en torno a cómo impulsar la acción
para concretar sus ideales de una sociedad “sin dios, ni patria ni amo”. A
una se la denominó individualista y a la otra, organizadora.
Los individualistas pensaban que cualquier tipo de organización de los seres
humanos limitaba la libertad individual, por lo que no impulsaban la
formación de sindicatos. Creían que la lucha por las reivindicaciones
inmediatas de los trabajadores, como el aumento de sueldos y la limitación de
la jornada laboral, implicaba reclamar reformas que pretendían que el obrero
viviera mejor dentro del capitalismo, haciéndole perder de vista la gran
lucha contra el sistema opresor. Los organizadores, en cambio, entendían que
debían estimular la creación de sindicatos. “Sostenían que era necesaria la
lucha colectiva organizada para que los explotados tomaran conciencia de su
situación de tales y pudieran luchar para salir de ella”.

A partir de 1897, con la fundación
de La Protesta Humana, prevalecieron los organizadores, que
lograron la creación de los sindicatos de albañiles, cigarreros, carreros,
yeseros, ebanistas y marmoleros, entre otros. Sus métodos eran la acción
directa, la organización sindical y la huelga general. Su consigna era:
destruir esta sociedad injusta para construir una nueva sin patrones, sin
gobiernos y sin religiones.
Fuente: Pigna, Felipe. “Anarquistas y
socialistas en los orígenes del Movimiento obrero”. El Historiador http://www.elhistoriador.com.ar/articulos/movimiento_obrero_hasta_1943/anarquistas_y_socialistas
|